LO QUE CAYÓ EN EL OLVIDO
Santolea surgió como una pequeña agrupación de masías pertenecientes a la encomienda templaria de Castellote. Su origen se remonta, al menos, al año 1250, fecha en la que ya aparece en un pleito entre Sancho Martinez y la Orden del Temple. Encontramos otra referencia en 1261 cuando el comendador de Castellote arrienda a cinco familias tierras en la heredad organizada de Santolea.
Estaba situada en un alto, entre los barrancos de Dos Torres y de La Tejería, Sus casas levantadas con materiales del entorno como piedra, arcilla, madera o cañizo habían sido realizadas por los propios vecinos. Tres calles principales la formaban: la calle del Cristo, la calle de La Solanilla y la calle de Las Eras.
Con la noticia de la construcción del pantano fue progresivamente perdiendo población desde su máximo histórico de 1877 (847 habitantes), aun así, era un pueblo vivo, punto neurálgico de la comarca, que abastecía y daba servicios a las masías de la zona y otros pequeños núcleos de población. Conectaba la margen izquierda del Guadalope (Molinos, Alcorisa…), con la margen derecha (Las Planas, Cantavieja o Villarluengo) y facilitaba la vertebración del territorio de esta zona del Maestrazgo que se quedó huérfana con su desaparición.
EL PATRIMONIO DE SANTOLEA
EL CALVARIO

Datado en el s.XVIII fue uno de los más importantes de la provincia de Teruel. Ahora, y tras años de expolio, tan solo podemos visitar sus ruinas. Tenía dos accesos diferentes y estaba formado por 14 estaciones, además, dentro del calvario se encontraba la ermita de Santa Engracia (patrona de Santolea) y la casa del ermitaño ( La última ermitaña que hubo murió el día 23 de Mayo de 1908 al incendiarse su casa). El calvario es uno de los pocos elementos que se conservan del pueblo de Santolea ya que el resto fue demolido y dinamitado en 1972 por la CHE. Dicho monumento ha sido declarado Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés en marzo 2021.
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA

La iglesia de Santa María Magdalena. Durante sus primeros siglos de existencia, sus vecinos tenían que acudir cada semana a oír misa a Castellote, villa situada a 2 horas andando. Por ello, en 1411, aprovechando que Santolea contaba con una capilla, solicitaron al papa Benedicto XIII la creación de una nueva parroquia, a la que acudirían también los vecinos de Dos Torres y El Alconzal. En 1615 construyeron la iglesia de Santa María Magdalena, dotándola de un bello campanario mudéjar; por entonces, Santolea contaba con 160 vecinos, según el geógrafo Juan Bautista Labaña. En el siglo XIX al lado de este templo levantaron una iglesia neoclásica.
EL AGUA QUE HIZO DE NUESTRO HOGAR UNA DIANA
El agua del guadalope traía alegría a Santolea discurriendo por el pueblo mediante acequias que permitían a los vecinos desde fregar la vajilla o la ropa hasta hidratar a la caballería. Pero si algo maravilloso tenía Santolea, era su fértil huerta que regada por estas acequias, era la envidia de la zona.
Las más importantes eran: la acequia mayor, que llenaba la balsa con la que funcionaba la almazara además de proporcionar energía al generador de luz para el servicio del pueblo, la acequia del planazo que regaba las partidas de El Balsar, las Solanillas, los Campos y las Tejerías y la acequia de la Viñarruga que regaba las huertas de la margen derecha del río. Otras acequias como la de la Torre o la Parada desaparecieron bajo las aguas
El agua de Santolea movía dos molinos de aceite y uno de harinas. En torno a él, crecieron infinidad de masías y masicos: de Francho de la Podenga, del Tío Cantor, de Potagorda, de Francho y medio, de Almengod, de Lamberto, de Herrera, de Requena, de la Posada de Abajo…,

LAS TRADICIONES DE LOS/AS SANTOLEANOS/AS

Los San Antones (celebrados el 20 de Enero San Sebastián y 21 de Enero San Antonio Abad) y Santa Engracia (16 de Abril), los santoleanos celebraban en esas fechas a sus patrones y realizaban multitud de actividades, como comidas, procesiones o bailes, de los que se encargaba la Orquesta del Águila formada por el santoleano José Sorribas (El Conesa) y Antonio Peralta de Abenfigo, el Águila llenaban de música los rincones de Santolea.
En las fiestas de los San Antones se celebraba la Encamisada, una fiesta muy especial que consistia en la realización de un recorrido a caballo por las calles del pueblo con trajes tradicionales, los mozos paseaban a sus novias, mujeres o familiares.
Si quieres saber más sobre las costumbres y tradiciones de Santolea puedes visitar la Web de nuestro amigo y vecino José Aguilar, donde encontrarás muchísima información sobre lo que cayó en el olvido.