El desfile era continuo. A un ritmo de 5.000 personas por hora. 26.150 en total. A la izquierda del féretro, Juana, la esposa del cantautor y Ángela, Paula y Ana, sus hijas. También el único hermano que le sobrevive, Donato. Sereno y resignado.
En medio del silencio de la calle, un hombre tocaba La Albada con su gaita de boto en solitario, sin acompañamiento de caja. Trajeron a Labordeta en un féretro sin adornos, de una madera clara sin pulir que sería cubierto por la bandera de Aragón dentro, en el patio, bajo los arcos que trajeron del Arqueológico Nacional. Sonaron aplausos desde la gente, a lo lejos, tras la verja. La fila parecía interminable en una tarde apacible que se fue cayendo tras los álamos el parque de una forma natural y silenciosa. Como imitando la forma de morir que tuvo este hombre.
Un señor árabe preguntó para qué era aquella fila y alguno comentaba; «Yo tuve la suerte de hablar con él». Parecía que, después de todos los homenajes oficiales que tuvo al final de su vida le llegaba ahora el de la gente que antes le paraba por la calle. Labordeta tuvo la suerte de hacer siempre lo que quiso. Y saberse querido.
Libro de condolencias
Desde el foso de la Aljafería ascendía otra fila de personas hacia la caseta de la entrada para escribir frases de adiós en un libro. Una mujer del Pirineo, acompañada de su hijo, adolescente, lloraba mientras escribía: «Bueno…, no se nos va… no», diría después entre lágrimas. Unos niños llevaban la camiseta de su colegio de Zaragoza. El José Antonio Labordeta.
Todo el mundo destacaba la virtud de este hombre honesto que sabía hablar claro en un tiempo plagado de explicaciones difíciles para algo tan sencillo como la pobreza. Frente a su casa de Capitán Esponera ayer estaban tirados en la acera unos vagabundos, venidos de recibir la sopa de la parroquia del Paseo Pamplona. En sus caminatas diarias, Labordeta los veía diseminados por los bancos, y pasaba luego ante el nuevo edificio del Museo Pablo Serrano que siempre dijo que le gustaba tanto. Si podía, remataba en el Levante, el antiguo café de tertulias y utopías que tanto le echará de menos. Igual que lo hará Casa Emilio que tantas noches no cerró por las divertidas cenas del Abuelo y sus amigos, el mítico restaurante, a unos pocos metros de donde Labordeta recibía el mayor acto colectivo de duelo que se recuerda en Aragón. Ni Costa, ni Fleta, ni siquiera Cavia cuando tuvieron que bajar su féretro del tren que lo llevaba a enterrar a Madrid contra la voluntad ciudadana. Nadie tuvo nunca un duelo tan multitudinario y sentido. Hasta en algunos pueblos, como Novillas, se paró la actividad por la mañana, las campañas tocaron a muerto y hubo pregón. Como si hubiera muerto un hijo del pueblo. Después, pusieron sus canciones.
Dolían las lágrimas de tantos ciudadanos. Una señora de 96 años se apoyaba en el bastón y lloraba desconsolada. Iba sola. Los amigos de Labordeta se escondían en gafas oscuras. Ismael Grasa, Vicky Calavia, Cristina Grande, Antonio Pérez Lasheras, Mari Burges, Rodolfo Notivol, Yolanda Polo, Eva Cosculluela, Eloy Fernández Clemente, Emilio Gastón, Javier Tomeo… Y el primer presidente de Aragón, Santiago Marraco, amigo de las correrías infantiles de Labordeta en Canfranc. Fue de los primeros en llegar. El juez decano, Ángel Dolado, recordaba que se hizo fan de Labordeta en séptimo de EGB, allá por 1977. Cuando el Abuelo dio un concierto con La Bullonera en su instituto.
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Me sumo a este homenaje, fue un referente en mi vida sobre todo lo relacionado con la despoblación, esas canciones como ¨Quien te cerrara los ojos¨, ¨Alli¨, ¨Coplas del tión¨, me enseñaban lo bonito y lo triste a la vez que era la vida en el mundo rural en unos tiempos dificiles en los que a la gente les tocaba emigrar rumbo a lo desconocido. Impagables tambien su colección de ´Un pais en la mochila´.
Tuve la suerte de tener dos conversaciones con él en la sala Galilei y me demostró la sencillez y el buen saber estar que aparentaba en sus intervenciones publicas, invitandome incluso a pasarme algun dia por la casa que tenia en Villanua en el Pirineo de Huesca, cosa que agradeci profundamente que se abriera de esa forma a un desconocido.
Hasta siempre ¨Abuelo¨, has dejado un legado impresionante para tus seguidores.
Saludos.